Era un 2 de marzo de 1978, cuando Oona Chaplin, cuarta esposa de Charlie Chaplin, recibió una perturbadora llamada de la policía. “Alguien desenterró la tumba de su esposo y ahora ya no está”. Este, afirma el portal Smithsonian, sería uno de los más secuestros más perturbadores y fracasados de la historia. ¿Por qué?
Los ladrones llamaron a casa para pedir el rescate días después. Ellos querían unos $600 mil para devolver el cuerpo del artista y amenazaron con matar a los hijos si no se cumplía con su pedido.
Todo hubiera sido perfecto para ellos a no ser por la negativa de la esposa de Chaplin a pagar semejante suma de dinero. “A Charlie todo eso le hubiera parecido ridículo”, comentó luego a Mental Floss.
La desesperación de los delincuentes ayudó a la policía. En mayo de ese año, esperaban en casa del actor la llamada, no sin antes intervenir los teléfonos de la familia y ubicar a detectives para monitorear las 200 cabinas telefónicas ubicadas alrededor de la zona.
Al entrar la llamada, se ubicó la cabina en la que se encontraban y se arrestó a Roman Wardas y Gantscho Ganev, dos mecánicos del lugar. El primero fue sentenciado a 18 meses de prisión presentiva y el segundo a 4 años de cárcel.
La esposa de Chaplin recibió una carta en la que los ladrones se disculpaban por el hecho. “Mira todo está perdonado”, fue su respuesta. El cuerpo de Chaplin fue enterrado nuevamente, pero para evitar nuevos inconvenientes, se le colocó una capa de concreto sobre su tumba.