En el 2006, Amy Winehouse lanzó el disco que la llevaría a la cima de la industria musical: “Back to Black”. Con este álbum, la cantante se haría acreedora de numerosos premios, entre ellos los Grammy, MTV Europe Music Awards y los Brit Awards.
Durante la grabación de este álbum, Amy se encontraba pasando por momentos difíciles en su relación con su entonces pareja, Blake Fielder, a quien conoció en un pub en el 2004. La relación entre ambos fue enfermiza, sin embargo fue su inspiración para crear los grandes temas que conformaron este material discográfico.
“’Back to Black’ es cuando terminas una relación y vuelves a lo que es mejor para ti. Mi ex pareja volvió con su novia y yo volví al alcohol y a los tiempos oscuros”, dijo Amy en el 2006 en una entrevista para The Sun. La artista estaba terriblemente enamorada de él. “Nunca había sentido esto antes”, afirmó. Por ello, esta canción fue como una catarsis.
El álbum se estrenó y con ello,el éxito, pero su vida continuaría en problemas. A finales del 2006, Blake y Amy volvieron a estar juntos y meses después contrajeron matrimonio. Influenciada por su entonces pareja - quien admitió su responsabilidad -, la cantante empezó a consumir drogas fuertes. Pero no fue hasta setiembre del 2007, que los seguidores de la intérprete empezaron a preocuparse.
En unas fotografías de la prensa, Blake apareció con arañazos en la cara, mientras Amy tenía los zapatos ensangrentados. Según testigos, la pareja se había peleado cuando estaban bajo los efectos de la droga y se cortaron a sí mismos con botellas de vidrio rotas.
Tras ser internada en una clínica de rehabilitación, en el 2009, Winehouse presentó una demanda de divorcio. Y a inicios del 2010, empezó una relación con Reg Travis. Sin embargo, nunca pudo dejar atrás sus demonios y adicciones, adicciones de la que fueron testigos aquellos que asistieron a sus últimos conciertos.