Un 20 de enero de 1982, Ozzy Osbourne realizó un concierto en la ciudad de Des Moines, Estados Unidos al que asistieron más de 5 mil personas. El concierto iba a ser un evento normal, de no ser por un suceso extraño que sucedió durante su presentación.
Uno de los asistentes al evento llamado Mark Neal – 17 años – llevó un murciélago muerto en su casaca, convencido por sus amigos quienes le comentaron los antecedentes de Ozzy. Anteriormente el cantante había mordido la cabeza de una paloma durante una reunión con ejecutivos discográficos.
En un momento del concierto, Neal decidió lanzar el animal muerto sobre el escenario. El cadáver cayó a los pies del músico y, pensando que era de hule, lo tomó en sus manos y le arrancó la cabeza con los dientes.
“Algo se sintió mal. Mi boca estaba llena de líquido caliente, pegajoso, con el peor gusto que te puedas imaginar. Pensé: ‘no me digan que me acabo de comer un jodido murciélago’”, contó posteriormente en su libro autobiográfico.
Luego del concierto, Ozzy fue llevado a una clínica para inyectarle una vacuna contra la rabia. Tras este suceso, en octubre de ese mismo año, prohibieron que cualquier animal vivo o muerto fuera utilizado como parte de alguna presentación.