A todos nos pasa que cuando nos sentimos tristes no encontramos mejor solución que escuchar música que asemeje lo que sentimos, como si el estado de ánimo y la música fueran dos factores de naturaleza negativos en una multiplicación, los científicos llaman a este fenómeno la “paradoja de la tristeza placentera”.
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Hay algo satisfactorio al escuchar una canción triste, dejar que sentimientos como la melancolía invadan nuestro ser por tres o cuatro minutos.
Quiénes actúan bajo este fenómeno tienen la idea de que negativo más negativo da positivo, “me siento mejor al escuchar música triste” es la respuesta que te puede dar un amigo o conocido que toma esa actitud.
¿Hay investigaciones de este tema?
Los estudios en esta materia han adoptado muchos enfoques. Entre ellos, uno de los más simples ha sido preguntarle a la gente cómo se sienten al escuchar distintos tipos de música.
En su estudio de 2012, Vuoskoski y sus colegas pidieron a los participantes que calificaran sus respuestas emocionales a dieciséis piezas musicales.
Lo curioso fue que, además de despertar sentimientos de tristeza, la música melancólica desató «una gama de emociones estéticas más positivas». La nostalgia, la tranquilidad y el asombro fueron algunas de ellas.
¿Qué es el mecanismo de contagio?
Un dato interesante sobre las emociones: no son solo psicológicas. A través de distintos estudios, se ha comprobado empíricamente que la música puede desencadenar reacciones fisiológicas medibles.
El «mecanismo de contagio» es una respuesta empatía. La parte evolutiva en esto es el color del sonido: los violines y los chelos suenan especialmente tristes y especialmente similares a la voz humana.